China no tiene límites. El gigante asiático, que rivaliza con Estados Unidos en términos de desarrollo tecnológico, ha presentado su nuevo icono armamentístico. Tras sorprender con su bestia invisible, el Ejército Popular de Liberación ha revelado un avance sin precedentes: el desarrollo del primer cañón electromagnético tipo coilgun que prescinde de los tradicionales condensadores para almacenar energía.
En su lugar, utiliza una matriz de baterías de litio de alta capacidad que alimentan el sistema de forma directa, lo que permite alcanzar una cadencia de fuego de hasta 3000 disparos por minuto. Esta cifra supera con creces las tasas de fuego de cualquier arma electromagnética existente y multiplica por treinta la velocidad de modelos estadounidenses como el GR-1 “Anvil”.
China materializa la ciencia ficción: crea un cañón electromagnético que dispara a 3000 proyectiles por minuto
Este salto tecnológico responde a un rediseño radical del sistema de alimentación, que elimina los tiempos de recarga entre disparos, el mayor escollo de las armas de este tipo. El prototipo, con un diseño compacto inspirado en el subfusil belga P90, incorpora 20 bobinas de cobre que se activan en nanosegundos con una precisión milimétrica para acelerar el proyectil hasta 86 metros por segundo. La activación secuencial evita pérdidas por resistencia inversa, mejorando la eficiencia energética y permitiendo un disparo continuo casi sin interrupciones.
Entre sus ventajas tácticas destacan la ausencia de fogonazo y ruido, además de la posibilidad de modular la letalidad, características ideales para operaciones encubiertas o entornos urbanos. Su tasa de fuego, cinco veces superior a un AK-47, permite crear un muro de proyectiles casi impenetrable. No obstante, el arma todavía presenta limitaciones, como una precisión inferior a las armas convencionales y una hora de recarga para las baterías, lo que restringe su uso prolongado.
Más allá del prototipo, este anuncio podría significar una revolución en el armamento portátil, combinando avances en electrónica de potencia, algoritmos de control y baterías de litio. Aunque por ahora se trate de una versión no letal, el potencial para adaptaciones más poderosas es evidente. En un mundo donde la supremacía tecnológica define el poder militar, este desarrollo chino marca un punto de inflexión que podría reconfigurar el futuro del combate.