Análisis Captain Blood, un juego de acción desaparecido que logra ver la luz 20 años después (Xbox Series X, PS5, PS4, Xbox One, Switch, PC)

Hay juegos que llegan tarde. Otros que no llegan nunca. Y luego está Captain Blood, que tras casi dos décadas de desarrollo intermitente, cambios de estudio, reinicios y silencios sepulcrales, ha logrado finalmente llegar a nuestras consolas. Lo que iba a ser un interesante hack & slash con piratas en la era de los 128 bits se ha convertido, por obra y gracia de un desarrollo infernal, en una curiosidad anacrónica que, sorprendentemente, tiene su encanto.
Un desarrollo maldito
Normalmente nos gusta abrir los análisis con una descripción del juego, pero creemos que en este caso es importante contar qué ha pasado con el título que hoy nos ocupa. La historia de Captain Blood es casi tan interesante como la del personaje en el que se inspira. Basado libremente en la novela de Rafael Sabatini, el juego comenzó su desarrollo a principios de los 2000 por parte del estudio ruso SeaWolf. Aunque cambió en multitud de ocasiones, más o menos siempre mantuvo sus pilares, si bien a ratos fue más rolero, a otros más centrado en la acción, hasta decantarse por una especie de cruce entre God of War y Sid Meier's Pirates.
Durante años, el juego aparecía esporádicamente en ferias como E3 o Gamescom, con vídeos espectaculares y promesas que nunca terminaban de cumplirse. Dejó atrás su plataforma original, la primera Xbox, para pasar a Xbox 360, y entre cambios de motor gráfico, disputas legales por la licencia, y una constante falta de rumbo creativo, el proyecto fue cancelado y resucitado varias veces. Finalmente, fue SNEG quien recuperó el código fuente, la licencia, y lo adaptó a las plataformas actuales para rescatarlo del olvido.
Un viaje a otra época (literalmente)
Captain Blood es, en esencia, un juego de acción en tercera persona centrado en el combate cuerpo a cuerpo, con un sistema de combos básico, ejecuciones vistosas y escenarios relativamente lineales. Controlamos –principal pero no exclusivamente– al propio Blood en su cruzada personal contra imperios y traiciones, navegando entre islas, enfrentando enemigos genéricos y recogiendo tesoros.
Todo en el juego grita «mediados de los 2000»: desde los controles hasta las animaciones torpes, pasando por el estilo artístico, el tono de su narrativa o incluso esa simplicidad que tanto añoramos. Y sí, no es un juego particularmente bueno pero, sin embargo, hay algo fascinante en él. Como una cápsula del tiempo jugable, que nos transporta a una época de diseño mucho más directo, más arcade y más simple.
A medio camino entre hack & slash y «yo contra el barrio», el combate es sencillo pero funcional. Tenemos ataques básicos, ataques fuertes, disparos, bloqueos y ejecuciones contextuales. Hay algo satisfactorio en encadenar golpes, sobre todo teniendo en cuenta que es un juego relativamente difícil. Incluso en normal nos obliga a jugar con cabeza, estar pendientes del entorno y usar todos nuestros recursos. Esto no quita que a los mandos sea un tanto tosco; no habría sido un juego ágil en su época y mucho menos ahora.
Lo mismo pasa con las secciones de abordaje y las secuencias de disparos. Están presentes, funcionan, pero carecen de profundidad, y siguen teniendo ese aura de desfase que gustará a algunos pero pondrá de los nervios a otros. Por ejemplo, un mismo botón se usa tanto en el combate como para acciones contextuales, y en medio de una pelea podemos acabar activando el modo para disparar desde los cañones cuando en realidad queríamos bloquear. Cosas así que, seguramente, hoy no pasarían. Aun así, se las apaña para ser bastante entretenido durante las casi nueve horas que nos ha durado.
Estética con sabor clásico
Visualmente, Captain Blood recuerda a esas producciones AA que inundaban las estanterías de las tiendas en los 2000. Personajes grandes, expresivos, enemigos clónicos y escenarios que combinan lo exótico con lo genérico. Hay cierto carisma en su apuesta porque hoy prácticamente no existe; se han recuperado otras estéticas de generaciones pasadas, pero no esa de principios de Xbox 360 y PlayStation 3.
El sonido acompaña con una banda sonora funcional y efectos de golpe que, sin brillar, cumplen. El doblaje (en inglés, pero con una sorprendentemente buena traducción a nuestro idioma) es igual de propio de otra época que el resto, lo cual casa perfectamente con el tono del juego. Como nota, queremos confirmar que al menos en la versión de Xbox Series X no hay ningún problema de rendimiento, como os podréis imaginar.
Un juego de otro tiempo para un público muy concreto
Captain Blood no es un gran juego. Ni ahora ni en su época, aunque entonces habría sido mucho más fácil entender y perdonar sus carencias, pero es un título fascinante en su contexto. Ya sabéis que, al menos al que firma estas líneas, siempre le han fascinado los juegos cancelados, y que alguien haga el esfuerzo por recuperar un título cancelado y salvarlo del olvido, ya es digno de elogio. Al fin y al cabo, si pensamos que los videojuegos son arte, tenemos que luchar por conservarlos, tanto los buenos, como los malos, como los regulares.
Incluso con esto en mente, creemos que es un juego para quienes disfrutaron de esa era en la que el doble A empezó a morir, o para quienes tengan curiosidad por jugar un título que lleva décadas enterrado. Captain Blood es una experiencia curiosa y nostálgica que hay que jugar con ese prisma, sabiendo que lo que tenemos entre manos es una obra de otro tiempo.
Hemos realizado este análisis en Xbox Series X con una copia proporcionada por Xbox.

NOTA
Puntos positivos
Puntos negativos
En resumen
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