A estas alturas, hablar de Tom Cruise es hablar de un género en sí mismo. Es un actor todoterreno y de amplio registro, y en las ocho entregas de Misión Imposible, ha redefinido el cine de acción a base de músculo, sudor, vértigo y una inagotable fe en que el riesgo real, capturado en cámara, sigue siendo el espectáculo más puro.
Le hemos visto escalar el Burj Khalifa como si fuera Spider-Man sin red, lanzarse en HALO desde un avión militar, cabalgar en moto por carreteras imposibles sin casco ni sentido común, bucear más tiempo del que parece humanamente posible y hasta flotar en gravedad cero con un avión despresurizado.
Tom Cruise entra en el Guinness por hacer lo imposible (una vez más): saltar 16 veces con un paracaídas en llamas en 'Sentencia Final'
Y ahora, como si ya no quedasen límites que romper, ha conseguido lo impensable: un Récord Guinness por lanzarse 16 veces con un paracaídas en llamas. Porque claro, ¿qué es un lunes normal para Tom Cruise? En Misión Imposible: Sentencia Final hay una escena que parece salida de un cómic de los años 70: Cruise salta al vacío mientras el avión explota detrás y él cae con un paracaídas en llamas. Literalmente.
Puede que en el contexto de la película no parezca el truco más espectacular, pero lo cierto es que cada uno de esos saltos podía haberle costado la vida. Lo repitió 16 veces. Dieciséis. Con fuego real. Con tiempo limitado para desplegar el paracaídas. Y con la certeza de que, si algo salía mal, nadie volvería a intentar algo parecido jamás.
Según confirma Variety, Cruise ha sido reconocido por el Guinness World Records con una mención tan específica como gloriosa: la mayor cantidad de saltos en paracaídas en llamas realizados por una sola persona. No es broma. Paramount, por supuesto, ha aprovechado para publicar un vídeo del making of, en el que vemos al actor charlando tranquilamente sobre su posible combustión espontánea mientras los técnicos le prenden fuego a la mochila.
“Tenemos que ser muy inteligentes. No estoy diciendo que seamos arriesgados. No tomamos riesgos, obviamente”, dice Cruise, serio, mientras se lanza al vacío rodeado de humo y fuego. La pregunta, a estas alturas, no es si Cruise está loco. La verdadera pregunta es si el cine podría sobrevivir sin él. Verle repetir el salto una y otra vez, con apenas diez segundos para reaccionar, confiando en que las cuerdas no se líen y que el viento no le juegue una mala pasada, es como ver a un funambulista sin red intentando redefinir la palabra “hazaña”. Y lo consigue.
Lo cierto, a riesgo de sonar exagerados, es que si alguien está escribiendo la última gran historia del cine de acción con su propio cuerpo, ese alguien es Tom Cruise. Y por eso, si no existiera, tendríamos que inventarlo. Gracias por tanto, Tom. No te retires nunca.
